Amapola: de la prohibición a la legalización

Las montañas de Guerrero están pintadas de rojo, el rojo de la amapola y también el de la sangre, porque ahí se vive una guerra por esa planta; por eso los campesinos desde hace años pedían su legalización. 

"Queremos la reconciliación con el país, la reconciliación con el estado de Guerrero y la sierra", explica Alfonso González, comisario de la sierra.

Bandas criminales se disputan con extrema violencia el control de la amapola y la producción de heroína, mientras que para muchos campesinos es la única fuente de empleo.

Por eso, el Congreso del estado aprobó su cultivo y comercialización, pero sólo con fines medicinales. 

"El que los productores tengan la oportunidad de ofertar sus productos alejados del esquema de plata o plomo", argumentó la diputada local Magdalena Camacho.

Según la Organización de las Naciones Unidas, en México se cultiva amapola en 25,000 hectáreas, sobre todo en Guerrero, que podría producir hasta 42 toneladas de heroína al año; negocio ilegal y multimillonario que provocó un baño de sangre tan grande, que el obispo de Chilapa se reunió con líderes criminales. 

"Que haya una tregua entre las distintas partes porque la gente está sufriendo mucho", justifica el obispo Salvador Rangel. 

Para que la legalización tenga efecto falta la aprobación a nivel federal, por parte del Senado; si así ocurre, junto con la marihuana, serían legales, pero sólo para fines medicinales.

Algunos temen que la legalización provoque que crezca el consumo de heroína.

Leonardo García, de la Unión Nacional de Padres de Familia, dice que crecerá el número de adictos en el país.

Los legisladores no lo creen y consideran que la medida permitirá que los campesinos vivan mejor. 

"El cultivo de la amapola y la cosecha de la misma ha sido la necesidad que ha orillado a la gente. Vivimos ahorita una pobreza de una manera extrema", dice Humberto Moreno, comisario de la sierra.

Y es que a la amapola le han escrito canciones sobre violencia y también sobre su belleza.

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